sábado, 29 de septiembre de 2007

"Hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen..." (Camilo José Cela)

Dicen que quien no estudia su historia está condenado a repetirla, creo que éste es uno de los tantos desafíos que afrontan los pueblos americanos, sobre todo teniendo en cuenta que se atraviesan momentos políticos y sociales que demandan imperiosamente que aprendamos de nuestros errores y nos aferremos a los aciertos del pasado, para forjar a partir de ello, los horizontes de la tan ansiada "unidad americana".

Dos momentos históricos cruciales para nuestra población nativa, fueron, por un lado, el descubrimiento, colonización y conquista de América, que da inicio a lo que algunos autores consideran como “la primera globalización”, que abrió las fronteras culturales de nuestro continente iniciando un proceso de transculturización que va a dejar huellas indelebles en los destinos de nuestros aborígenes.

En segundo término, los procesos de emancipación nacional durante el siglo XIX; una vez más, como en tantos aspectos, existieron diferencias y similitudes en los procesos históricos de cada país; pero a pesar de ello, un denominador común fue la conformación de una burguesía nacional criolla y su acceso al poder, proceso que sería profundizado a partir de la conformación y consolidación de los estados nacionales.

Observamos durante este período una confluencia de factores políticos, culturales, económicos y sociales (internos y externos), que van a dar forma a la “América moderna”, en donde la “barbarie” dará lugar a la “civilización”, que desconocerá paulatinamente la preexistencia étnica y cultural de los pueblos nativos.

Facundo D. Aquilini



TRABAJO PRÁCTICO N° 1
Pontificia Universidad Católica Argentina
Lic. en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales

Cátedra: Historia Política de América.


Desarrollo

1. Introducción.

El siglo XVIII es testigo de la disolución del yugo que mantenía unidas a las colonias americanas con sus respectivas metrópolis.

Las emancipaciones no son otra cosa que la derivación de un esquema de dominación desgastado y en plena decadencia, en contraste con un modelo emergente que se consolida progresivamente a partir de la revolución científica, del desarrollo del racionalismo, del deterioro de la iglesia, de un giro copernicano filosófico y del utilitarismo económico y político. El mundo estaba cambiando porque Europa cambiaba, y en el escenario americano, los nuevos equilibrios de poder obedecen a ello.

A diferencia de Europa, donde la “idea nacional” es precedente al Estado moderno y sirve como sustrato del mismo, en América, emerge a priori una determinada organización política cuyo principal objetivo era deshacer el poder de los nobles feudales para dárselo a los ciudadanos comunes –dominados económicamente por comerciantes e industriales–. De esta manera se reinventó el concepto de democracia: se pretendía la libertad (para comerciar), igualdad (para deshacer las jerarquías feudales), y la fraternidad (para formar naciones homogéneas). En el campo del saber, la Ilustración impuso el espíritu científico (para desarrollar los inventos y la industria europea) y el explorador (para desplegar el comercio).

Estamos en presencia del ocaso de un proceso que comienza en el momento mismo en que los europeos pisan tierras americanas. A continuación, expondremos brevemente algunas de sus características.

2. Contexto interno.

a. Sociedad y Política.

En la mayor parte de los países hispanoamericanos, la independencia es obra de una élite (criollos y mestizos claros), quienes comienzan a tomar conciencia de su cultura e identidad, y a partir de entonces se produce una progresiva “diferenciación” cultural entre ellos y los peninsulares, que va a manifestarse en aspectos políticos y económicos.

Los criollos establecen una escala étnica de valores sociales para hacer frente a las poblaciones de color dominadas. De esta manera, se edifica un complejo psicosocial que coloca por encima de ellos a los europeos. Esta situación se desprende de una gran reivindicación criolla, de las variaciones en el flujo migratorio y del bajo nivel de emigración femenina, entre otros factores. Por ello, encontramos afirmaciones evidentemente contradictorias en las pretensiones criollas.

Los procesos de México y Haití se asemejan por que fueron levantamientos de las castas inferiores (bajo la imagen de la Virgen de Guadalupe se encontraban indígenas y mestizos, mientras que en el país del sur se produce la rebelión más grande de esclavos en la historia de América), en ambos casos esos levantamientos tenían como objetivo mejorar la precaria situación social de esos estratos.

Aunque la revolución haitiana simbolizó la posibilidad de eliminar la esclavitud, paradójicamente retrasó la independencia en las otras islas del Caribe, donde la élite criolla decidió permanecer fiel a la Corona para evitar la revuelta social. Lo mismo ocurre también en México, donde se produce un endurecimiento de la burguesía local, que permaneció fiel a España hasta 1821.

Por otro lado, las élites sudamericanas decidieron aceptar la independencia para evitar las reformas liberales que comenzaron en España en 1820 y que ponían en peligro los privilegios de los criollos. Así, la independencia política no implicó una reforma social sino, por el contrario, una manera de continuar la dominación de la élite local.

Las diversas compañías religiosas, que eran los principales sostenedores de la Contra Reforma, en principio fueron enviadas a nuestras tierras con el cometido de cristianizar a los bárbaros (que era una manera de “europeizar” a los nativos); en una segunda etapa, se avocaron a la protección jurídica de los pueblos indígenas, y aunque esta actividad favoreció a una “humanización” de la conquista (formalmente hablando), en la práctica, tales normas no eran acatadas. Es así como el nativo, además de perder sus tierras, identidad y cultura, integra las castas de menor estatus.

Recordamos que sólo en algunos lugares del continente se van a alzar contra el poder criollo, lo cual es otro de los factores que desencadenan procesos separatistas.

La Compañía de Jesús es expulsada de los dominios portugueses en 1759 y de la América española en 1767, y en el exilio realizaron una labor de abierta oposición al régimen absolutista (éstos gestos son una clara representación del cambio de una mentalidad teocéntrica a una visión más humanista del mundo).

Otro sector de la sociedad colonial era el de los esclavos africanos, quienes ocupan el lugar de los indígenas en las actividades extractivas por ser más productivos debido a sus características físicas y a su propensión al trabajo intensivo.

En términos generales, aunque su origen era diverso, los esclavos provenían de culturas muy primitivas, poco desarrolladas, ricas en simbología y contacto con la naturaleza, y con un planteo religioso claramente animista. Ciertamente, la asimilación de estos hombres a la cultura de corte europeo que imperaba en las colonias americanas (y en la que fueron violentamente insertados) no se desarrolló de modo uniforme en cuanto a formas y tiempos en todas las regiones de las extensas colonias portuguesas, inglesas y españolas, así como en la isla bajo dominación francesa.

Como norma general, en las zonas dominadas por los británicos, holandeses y galos, los africanos fueron generalmente asimilando de modo progresivo la cultura europea y perdiendo la africana, adhiriendo paulatinamente a un cristianismo de origen predominantemente protestante (en Estados Unidos, los esclavos se incorporaron mayoritariamente a la Iglesia Bautista). Como excepción a este proceso aparece el caso de Haití, donde nació el vudú.

En las regiones de dominio español, la incorporación cultural de los esclavos que llegaban (que además eran numéricamente menos ya que las Leyes de Indias no admitían la esclavitud, que por lo tanto se daba de modo clandestino y marginal) se dio a través del mestizaje racial, acompañado en general por la incorporación a la Iglesia Católica.

El área bajo dominación portuguesa presentó en cambio una realidad diversa, ya que allí, aunque hubo una incorporación relativa de los esclavos, los africanos lograron mantener algunos componentes propios de su cultura de origen aunque mezclados con elementos occidentales que hacen que se dificulte en muchos casos la identificación de los símbolos originales. Este proceso de conciliación de doctrinas diferentes para dar lugar a un sistema nuevo que toma elementos de distintas fuentes, es denominado "sincretismo".

Los orígenes de la revolución norteamericana de 1776, también hacían referencia a una confrontación de intereses entre colonos y autoridades europeas, vinculada con la pretensión monopólica y con la distribución de cargas impositivas. Casualmente, esta actividad fiscal pro defensione, llevada adelante tanto por Inglaterra como por los países ibéricos (al igual que las técnicas de elección y deliberación en asambleas), son consecuencia directa de la estrecha relación entre la idea de “patriotismo” y “nación” como causas materiales del Estado en Europa. Sin embargo, el proceso político que se estaba construyendo al oeste del Atlántico, obedecía a otras causas e intereses, y este tipo de medidas tomadas en las metrópolis entorpecía dicho proceso. En América no existía el sentimiento de pertenencia del cual se valían las autoridades europeas para la aplicación efectiva de tales medidas.

Los colonos invocan a los derechos naturales (fundamentales para sus empresas particulares y su posterior consolidación política). Introducen también, la idea original de ser representados en el Parlamento inglés (no taxation without representation); aunque una de las principales diferencias con los países del sur, radica en el respeto universal a la Constitución de la metrópoli, y además, a la tradición puritana se une la de la libertad personal del common law, así como el hábito del self government.

En 1787 se redacta la Constitución federal, que sirve a posteriori como modelo inspirador de las sucesivas constituciones americanas, no solo desde el punto de vista de la arquitectura del poder, sino también (y fundamentalmente), por su contenido axiológico. De esta manera, la burguesía local, accede al control del poder político, concretando así un paso extremadamente importante para materializar una verdadera independencia y autonomía.

b. Ideas.

Haciendo referencia al basamento ideológico de estos procesos emancipadores, decimos que la participación de América en las “Luces” es desigual; fundamentalmente por los bajos niveles medios de erudición a causa de las enormes distancias y al escaso bagaje cultural de los inmigrantes.

Esta participación es directa y profunda en el virreinato del Río del a Plata y en Chile, la posición de México es ambigua. Recién para fines del siglo XVIII, los criollos educados en varias universidades de México, Buenos Aires, Lima, Caracas y Bogotá, comenzaron a aplicar las ideas de la Ilustración francesa para reflexionar sobre los caminos colectivos que deberían implementarse en América. Los esfuerzos por organizar naciones independientes de España durante todo el siglo XIX estuvieron orientados según estas ideas, que buscaban establecer modelos de origen francés e inglés dentro de las condiciones geográficas y demográficas propias de los nuevos países.

Más tarde, los modelos evolucionistas y positivistas se cultivaron con gran intensidad en México, Brasil y Chile, paralelamente a un proceso de modernización económica y social basado en la dependencia de un producto de exportación para el consumo europeo.

EE.UU. posee distintas raíces ideológicas, en este caso es importante el aporte del utilitarismo inglés de la mano de Jeremmy Bentham, de la filosofía del poder (representada por Hamilton), de John Locke (fundamental en la elaboración de la Bill of Rights), y de las ideas del Enciclopedismo (Touchard recuerda el abrazo entre Voltaire y Franklin en la Academia de Ciencias). Además, también contaría con prolíficos referentes locales como el propio “Sócrates de América”, Thomas Paine y Hamilton, entre otros.

c. Aspectos Económicos.

La oposición al monopolio en Hispanoamérica es tomada del esquema de las colonias norteamericanas, es más ficción que realidad, dado que para finales de siglo el mismo ya no tenía idénticas características que durante la “primera conquista”. El monopolio existe y se ejerce en beneficio exclusivo de los europeos hasta 1580, y desde el complejo portuario de Sevilla. A fines del siglo XVIII, se aprecia un aumento de los volúmenes de intercambio, de esta manera, la actividad monopolística crece más rápido y ello beneficia a los grupos de comerciantes criollos.

Las colonias hispanoamericanas ampliaron las relaciones económicas entre ellas, lo que les permitió incrementar su propio producto, que empleaban en administración, defensa y en patrones de inversión. Se produce una transición, de una economía agraria de subsistencia, a una de base más variada, reorientada a la agricultura y ganadería. Este es otro factor que va a ser funcional al incremento de poder de la élite criolla, la gran propiedad territorial favorece a una creciente autogestión e independencia económica de las metrópolis.

En el caso de España, los Borbones aplican una serie de reformas en sus colonias, con el cometido de establecer y fortalecer un control burocrático y un control económico; cuyos objetivos eran: recuperar el control político en América y debilitar a los extranjeros, destruyendo la autosuficiencia criolla.

Se establecen mecanismos para incrementar el ingreso imperial; ésta situación despierta fervientes oposiciones en las colonias, donde se produce una resistencia a la tributación similar a la despertada por los colonos norteamericanos años antes. De todos modos, es pertinente mencionar que las características de estos procesos son dispares en otros aspectos: en los casos de los dominios españoles, las reacciones eran revolucionarias, ya que se pretendía el cambio del régimen y la autosuficiencia, en el caso de Brasil se presenta una continuidad de la dinastía monárquica que permitió su posterior unificación; además, la “internalización de la metrópoli”, concluye con un cambio substancial en el régimen de comercio exterior impuesto al país. Consecuencia de ello, se abre a un comercio directo con el mundo. De todos modos, posteriormente se priorizan los intercambios con Inglaterra, quien tutela el territorio brasileño, a cambio de los últimos momentos del viejo régimen. Finalmente (como dijimos antes), el proceso norteamericano es más conservador que revolucionario.

Para concluir, podemos afirmar que existe un factor común entre cada uno de los procesos insurrectos analizados, y tiene que ver con que no obedecen a una larga maduración ideológica, ni son consecuencia de doctrinas particulares. Cada uno de ellos es originado a partir de situaciones particulares, y de afecciones a intereses continentales, aunque en algunos casos funcionales al nuevo equilibrio de poder mundial.

3. Contexto internacional.

Es menester aclarar, que la situación en Europa aceleró esta propensión a la emancipación de las colonias americanas. El triunfo de la Revolución Francesa y el nuevo gobierno de Napoleón Bonaparte detonaron (sin quererlo y por caminos divergentes) en los procesos de independencia en Haití, Brasil y el continente hispanoamericano. Algunos autores, sostienen incluso, que de no ser por la ocupación napoleónica, los imperios hubieran durado largo tiempo más.

El aumento demográfico en la península ibérica, las mejoras en las condiciones de navegación, la fantástica prosperidad coyuntural de fines del siglo XVIII experimentada en América mucho más que en Europa, favorecen a un notable aumento de emigración europea hacia horizontes más prósperos. Este es otro de los factores determinantes de las tensiones entre criollos y peninsulares, ya que existía en los americanos un sentimiento de “invasión”, además, en su mayoría, se trataba de una emigración del sector terciario, al que le resulta difícil integrarse.

La participación de España en las corrientes utilitaristas del siglo XVIII es tardía (aunque vigorosa), en consecuencia lo es la adopción de estas ideas económicas en América.

Para finales del siglo, España y Portugal ya no eran imperios ricos (a pesar de la explotación de recursos de sus colonias desde los comienzos de la conquista), sus economías eran predominantemente agrarias y de subsistencia. Para este momento, Inglaterra poseía una poderosa industria textil y metalúrgica (hierro y acero). Además, los reinos ibéricos tenían grandes deudas con banqueros ingleses, franceses y de otros países, lo que afectaba sus políticas internas y externas.

4. Conclusión.

La caída del viejo régimen, representa el inicio de la consolidación de las burguesías americanas en el poder, bajo las banderas de la libertad, igualdad y fraternidad nos emancipamos de las antiguas metrópolis, aunque como consecuencia directa de un determinado momento histórico, más que de un heroico sentimiento nacionalista, ya que para entonces tales ideales no habitaban el suelo americano (aunque durante mucho tiempo nos enseñaran lo contrario).

Es así como somos introducidos en un nuevo esquema de dominación; el poder es como la energía, no se destruye, se transforma: y es ahora cuando cambia de manos. La flamante “América independiente” sigue siendo pieza fundamental de un mecanismo ajeno a su propia voluntad, y es ése germen el que ha condicionado históricamente el proceso de construcción de la fisonomía de nuestros pueblos.

Eduardo Galeano expresa esta nueva realidad en sus Venas Abiertas: “De la misma manera que la plata de Potosí rebotaba en el suelo de España, el oro de Minas Gerais sólo pasaba en tránsito por Portugal. La metrópoli se convirtió en simple intermediaria.”

La nueva coyuntura política internacional, los pasos en falso de las administraciones de las antiguas potencias y la correcta lectura realizada por algunos países acerca de los nuevos paradigmas que, a posteriori se iban a transformar en aspectos medulares del nuevo régimen, hicieron que el ocaso de una degastada estructura de impotencia, permitiera el amanecer de un nuevo imperio.




Bibliografía:

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CULTOS AMERICANOS

The Gods of the Ancient Mexicans

From: http://www.inetlibrary.com/frame.html?table=library&id=62673

Mesoamerican Religion

At first glance, the religion of the Indians of Mexico - the ancient Aztecs, Toltecs, Mayas, and so on - is so confusing as to appear incoherent, especially to those of us used to thinking in terms of the well-defined Greek and Roman gods. There are several reasons for this. First, we are seeing the religion of ancient Mexico not only from a distance in time, but almost solely through the eyes of such suspect sources as Catholic missionaries, Conquistadors, and early christianized Indians eager to impress the friars with their advocacy of their new faith; it cannot be forgotten that backsliders could face the Inquisition! Still, some of these constitute our best sources, particularly the friars Sahagun and Duran. Nevertheless, many aspects of the religion - particularly the erotic aspects - have been neglected or intentionally hidden.

The names as given here are in Nahuatl, which was the language spoken by the Aztecs and Toltecs, and which is still spoken by more than a million Indians in modern Mexico. It should be realized that some of these names are "date names" - that is, the name and number of the day on which a specific person was born, just as if a person in today's society was given a name such as, "12 August". These are noted in the following charts with an asterisk (*). Additionally, many of the Teotl have numerous names, only a few of which are mentioned; often there is a different name for each aspect - Quetzalcoatl/Ehecatl/Tlahuizcalpantecuhlti (see below) is a good example.

Here we shall not go into details of concept - these are scattered through the stories. Rather, we will confine ourselves to a definition of the Teotl (the word usually translated as "god") in relation to the characters. The reader should remember that the Aztec gods were not static like those of Rome; they were very fluid, appearing in many guises and avatars, changing into one another.

The Gods:

1. Quetzalcoatl (The Plumed Serpent): John Goss. Patron of wisdom, patron of the priesthood. As Ehecatl, god of the wind; as Tlahuizcalpantechtli, god of Venus as the morning star. As Ce Acatl* (One Reed), a warrior. Special friend and patron of mankind, inventor of writing and the calendar. Reputed to have opposed human sacrifice, but this was likely an invention to please the Catholic priests.

2. Tezcatlipoca (The Smoking Mirror): Herbert North, Jr. Patron of war and warriors, sower of discord, rewarder of the valiant; highly capricious, unpredictable. Often seen as a dual opposite of Quetzalcoatl. He had many synonyms; Itzli (knife), Itzlacoliuhqui (curved flint knife), Yaotl (enemy), and many more.

3. Xipe Totec (Our Lord the Flayed?): David Hallsten. Perhaps the most mysterious of the Teotl; usually assumed to be the patron of springtime and planting, he also probably has sexual/fertility connotations. In the story he is identified as synonymous with the plant god group including Cinteotl (corn god), Xochipilli (Flower Prince) and Macuilxochitl* (Five-flower).

4. Tlaloc (Land-lier): Frank Wasserman. The God of Rain, purely and simply. The source of the name is obscure. Always pictured with fangs and eye-rings, he has no common synonyms.

5. Huehueteotl (Old, old God): the Old Man, Old One of the Fire, Eduardo Arias. Also known as Xiuhtecuhtli (Precious Lord), he is the ancient fire god, sometimes identified with the creator-diety Ometeotl (Dual God).

6. Xolotl (Monster): the phantom. Sorceror, dog-face god, twin to Quetzalcoatl; he is identified with Venus as the evening star, and as Quetzalcoatl's Nagual. In the story, he is also considered a dualistic twin to Tezcatlipoca.

7. Patecatl (He from the Medicine-Land): Patecatl. Patron of medicines, pulque god.

8. Mixcoatl (Cloud Serpent): Sam Cloud. Patron of hunters, Quetzalcoatl's father in his incarnation as Ce Acatl*.

9. Xiuhnel and Mimich (True Turquoise and Arrow Fish): Shownell and Mims. Sacrificial gods, followers of Mixcoatl.

10. Tonatiuh (Heat-giver): Tonatiuh. The sun-god, originally the "scabby" god Nanahuatzin, who sacrificed himself in fire to become the Fifth Sun. Many authors identify Nanahuatzin with Xolotl, and a few of the old sources say he was Quetzalcoatl's son, but these identifications are not used in the stories. His "date name" is Nahua Ollin* (four movement).

11. Huitzilopochtli (Hummingbird From the Left?): Huitzilopochtli. God of War and personal deity of the Aztecs; he was probably unknown before their dynasty began.

12. Mictlantecuhtli (Dead-Land Lord): Mictlantecuhtli. God of the dead, nearly identical to the Roman Pluto.

13. Yohualltecuhtli (Night-Lord): Yohualltecuhlti. Lord of Night, or of the "Temple of the Night"; usually considered a personification of the night sun, that is, the sun below the horizon. In the stories, he takes Mictlantecuhlti's place as the possessor of the bones of mankind.

14. Tecciztecatl (He from the Innermost Twist of the Conch Shell): Tecciztecatl. Lunar deity, personification of the moon; an upstart sun, his face was darkened when a rabbit was thrown into it.

The Goddesses:

1. Chalchihuitlicue (Jade Skirts): Evelyn Wasserman. Goddess of terrestrial water, rivers, lakes, oceans. In Tlaxcala, she was called Matlalcueyeh (Green Skirt). Spence identifies her as Chimalma (Shield Hand), the mother of Quetzalcoatl in his incarnation as Ce Acatl*.

2. Xochiquetzal (Flower Feather): Susan Hallsten. Goddess of love, beauty, and flowers. Patroness of marriages and perhaps surprisingly, of prostitutes.

3. Tlazolteotl (Lust-Goddess): Kathryn Phillips. Goddess of sex, with earth and lunar attributes. She was the "eater of sins" to whom the Aztecs confessed their transgressions. Also known as Toci (grandmother), Teteo Innan (mother of the gods), Ixcuina (Four-face), and many other names. She was consistently seen as the mother of Cinteotl, the corn god.

4. Mayauel (translation ?): Mayauel. Goddess of the Maguey (Agave americana), pulque, and all intoxicants thereby. Original bringer of love to mankind (with Quetzalcoatl).

5. Xilonen (Young corn mother): Xilonen. Corn goddess, in her aspect as the young and tender corn; as adult, she was known as Chicomecoatl* (Seven serpent) or as Chalchiuhcihuatl (Precious Woman). In old age, as Ilamatecuhtli (Old Princess). Female sacrifices in old Mexico were often called Xilonen.

6. Cihuacoatl (Snake Woman): Cihuacoatl, Selinde Llorona. Earth mother, variously identified with Coaticue (Serpent Skirt), Tonantzin (Our Mother), and very possibly with the Virgin of Guadalupe, whose shrine stands on the ancient ground sacred to Tonantzin. Some writers say she is to be identified as Toci and Teteo Innan (see Tlazolteotl, above). She is also Quilaztli, who with Quetzalcoatl formed the new men and women after the birth of the Fifth Sun.

7. Itzpapalotl (Obsidian Butterfly): Liz Cloud. Chichimec goddess (the Chichimecs where the hunting tribes ancestral to the Aztecs and probably to the Toltecs), with fire, celestial, and definitely hunting aspects.

8. Mictlancihuatl (Dead-land Woman): Mictlancihuatl. Goddess of the dead, wife of Mictlantecuhtli.

9. Tzitzimitl (Air Demon): Tzitzimitl. Celestial demon goddess, whose origin was in the stars; a peculiar goddess of inertia, the only Aztec deity lacking a beneficent aspect. She is either multiple in or has minions known as Tzitzimeme, who are prevented by an ancient spell of Tlazolteotl's from devouring mankind; they are still percieved as dangerous during eclipses.

Indian Prophecy and the Ancient Calendar

That the civilizations of ancient Mexico produced and used highly accurate calendars is well known. One of the primary functions of these calendars was the prediction of future events; and obviously, an event of great interest was the projected end of the Fifth Sun, which was expected to be accompanied by earthquakes of such magnitude as to destroy all life on earth.

A note about these calendars is in order here, though the reader is referred to Valliant and Waters for fuller discussions. The late Maya cultures and the Aztec cultures used only a "short count" of years, starting each group of fifty-two - known as a "bundle" of years - as a new unit. But they left us no distinction between units. For example, 1987 was a Ce Acatl (One Reed) year; if the Aztec used our notation, they might refer to this year simply as '87, and we would not know whether they meant 1087, 1587, or 1987.

For the Classic Maya, however, the situation was quite different. Their "long count" extended tens of thousands of years into the past and future. It is from this - from the date correlation developed by Thompson and others, and now generally accepted - that the commonly quoted date of Dec. 24, 2011 is derived. This date, according to Maya prophecy, represents the End of the World.

But relating this precisely to Aztec myth and prophecy presents a few problems. The Aztec believed that the end of the world would be heralded - or would occur, we can't be sure from the old sources - at the close of a "bundle" of years. The new bundle was always started with a year Ome Acatl (Two reed); the last of these was 1975, the next will be 2027. On New Year's eve of the years preceding Ome Acatl years (The Aztec New Year fell on Feb. 2 according to Sahagun, though others disagree - Duran says Mar. 1, for example), the priests watched the skies for a sign that man had been granted another fifty-two year "bundle". The sign was the meridian transit of the star group known to us as the Pleiades, in the constellation Taurus. If it happened, "new fire" was drilled in the chest cavity of a sacrificial victim slain especially for the purpose, and there was general celebrating.

But the myth of the Fifth Sun states specifically that Tonatiuh will die on a day Nahui Ollin (Four movement). This cannot be on a new fire day, since that is always Ome Acatl. There is at least one Nahui Ollin day each year - the one nearest the Maya count (using Sahagun's new year) is Dec. 13, 2011.

These discrepancies may represent errors in the old records or correlations - for example, an 11-day error in the Thompson correlation, or a new year's day of Feb. 13 instead of the second (Valliant believes it was in fact the fourteenth, putting the two projections only a single day apart). Or, these could represent stages in the process of the death of a Sun. All we can say with certainty is that the significant years are 1975, 1987, and 2011.

Publicado en:http://www.meta-religion.com/World_Religions/Ancient_religions/Central_america/gods_of_the_ancient_mexicans.htm

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“Sobre los cultos afro-brasileños”
*Ensayos de fuentes católicas

Prólogo

Es muy común que cuando alguien encuentra ofrendas de animales muertos, bebidas, velas y cuentas de colores por la calle, o que cuando se tiene noticia de ritos con música fuertemente ritmada, ropajes de colores, bailes exuberantes y otros aderezos semejantes, se refieran rápidamente los sucesos a "los Umbanda", denominación contemporánea de lo que hace algunos años solía conocerse genéricamente también como "Macumba".

Los periódicos y revistas de circulación masiva entre los sectores más populares, están llenos de avisos de pais y maes que se ofrecen para destrabar caminos, atar corazones, realizar trabajos, etc. En ellos se habla, de igual modo que en muchos programas de radio y televisión, de "religiones africanistas". Claro que a veces estas presentaciones toman un sesgo más sofisticado cuando se prefieren denominaciones como "mentalista" ó "parapsicólogo"

"Macumba", "Africanismo", "Umbanda", son denominaciones que habitualmente se suelen emplear para referirse a un pluriforme universo de cultos y rituales que reconocen en general su origen en las religiones animistas africanas pero que han llegado a nuestras tierras de la mano de la larga y dura historia de los esclavos traídos por los barcos de mercaderes a las orillas del Brasil durante cientos de años.

De la mano de la globalización, nuestro conocimiento de las variantes semejantes que se encuentran dispersas por el continente americano se ha acrecentado, y ahora escuchamos mencionar también a la "santería" norteamericana, el "vudú" haitiano, el culto "yoruba" cubano... todos rituales emparentados en el origen africano, aunque claramente diferentes de los cultos afro-brasileros.

Es por todo esto que nos ha parecido conveniente referirnos a ellos de un modo genérico como 'ritos afro-brasileros', aunque el rito más difundido entre nosotros por ahora es todavía el Umbanda.

Origen de los ritos Afro-Brasileros

La situación originante de estos ritos debe buscarse en el estado de esclavitud al que hombres y mujeres de origen africano, procedentes de tribus diversas y de distintas regiones del continente negro (aunque mayoritariamente de la denominada "Costa de Oro"), eran sometidos a lo largo del continente americano, especialmente en el territorio de lo que hoy es la República Federativa del Brasil, y la actual Haití, de la mano de los colonizadores portugueses y franceses.

En términos generales, aunque su origen era diverso, estos esclavos provenían de culturas muy primitivas, poco desarrolladas, ricas en simbología y contacto con la naturaleza, y con un planteo religioso claramente animista, es decir, que tendían a divinizar las fuerzas de la naturaleza como el rayo, el viento, los árboles, etc..

Ciertamente, la asimilación de estos hombres a la cultura de corte europeo que imperaba en las colonias americanas, y en la que fueron violentamente insertados, no se desarrolló de modo uniforme en cuanto a formas y tiempos en todas las regiones de la extensa colonia portuguesa y en la isla bajo dominación francesa.

Como norma general, en las zonas dominadas por ingleses, holandeses y franceses, los africanos fueron generalmente asimilando de modo progresivo la cultura europea y perdiendo la africana, adhiriendo paulatinamente a un cristianismo de origen predominantemente protestante (en Estados Unidos, los esclavos se incorporaron mayoritariamente a la Iglesia Bautista). Como excepción a este proceso aparece el caso de Haití, donde nació el vudú.

En las regiones de dominio español, la incorporación cultural de los esclavos que llegaban (que además eran numéricamente menos ya que las Leyes de Indias no admitían la esclavitud, que por lo tanto se daba de modo clandestino y marginal) se dio a través del mestizaje racial, acompañado en general por la incorporación a la Iglesia Católica.

El área bajo dominación portuguesa presentó en cambio una realidad diversa, ya que allí, aunque hubo una incorporación relativa de los esclavos, los africanos lograron mantener algunos elementos propios de su cultura de origen aunque mezclados con elementos de origen occidental que hacen que se dificulte en muchos casos la identificación de los símbolos originales. En este proceso (ciertamente largo, complejo y plagado de alternativas) intervinieron elementos muy diversos.

La gran cantidad de esclavos. Se ha calculado que durante los 320 años que duró el comercio de esclavos en Brasil, se llegó a traficar con aproximadamente 3.300.000 / 3.600.000 hombres
Los problemas político-militares entre Portugal y Brasil causados por el dominio de España sobre Portugal, lo que favoreció en algunos períodos la irrupción de los holandeses en Brasil.

La insuficiente cantidad de misioneros católicos portugueses para la atención de las colonias. A esto debe sumarse el período bajo dominio de los protestantes holandeses, y el hecho de que los esfuerzos de los misioneros portugueses en Brasil se dirigieron básicamente a evangelizar los aborígenes, no los esclavos, con lo que la atención de estos últimos se vio de algún modo relegada a segundo plano.

Si bien los esclavos tenían prohibido hablar su idioma de origen y practicar sus ritos religiosos, en muchas parroquias, comunidades y conventos, se favoreció la conservación del idioma y las costumbres africanas a través de las cofradías de negros, que podían mantener sus usos autóctonos al margen del rito litúrgico católico oficial.

Los diversos tipos de tareas que desempañaban los esclavos: los que trabajaban en minas o establecimientos ganaderos, merced a sus condiciones y estilo de vida que no favorecían su agrupamiento y reunión frecuente perdieron sus costumbres de origen; en cambio, los esclavos que servían en establecimientos agrícolas o en las ciudades, tuvieron mayores posibilidades de agruparse y mantener sus tradiciones africanas.

También es preciso tener en cuenta que según las leyes portuguesas, los esclavos eran incorporados obligatoriamente a la religión católica, pero esto se hacía no sólo de modo compulsivo, sino también sin una catequesis previa que pudiera conducir a una auténtica conversión, por lo que la participación de los esclavos en las prácticas católicas era generalmente sólo formal.

Todo esto contribuyó a que en el Brasil, los esclavos africanos adoptaran forzadamente formas exteriores católicas, pero al no mediar una verdadera conversión y al carecer de catequesis adecuada siguieron manteniendo una religión básicamente animista como la de sus ancestros africanos.

A este proceso de conciliación de doctrinas diferentes para dar lugar a un sistema nuevo que toma elementos de distintas fuentes, es al que denominamos "sincretismo".

Factores del sincretismo

En general, los estudiosos del fenómeno de las religiones afro-brasileras coinciden en señalar cuatro factores básicos del sincretismo, reconociéndoles diversa participación en el producto final según la religión y el rito de los que se trate.

Estos cuatro factores básicos o fuentes son:

1. Religiones de las tribus africanas de las que fueron tomados los esclavos.

2. Religiones de los indígenas americanos presentes en el territorio brasileño.

3. Elementos tomados del Catolicismo.

4. Elementos tomados del Espiritismo y del Ocultismo europeos.


1) Las religiones de las tribus africanas:

Los esclavos que fueron transportados al Brasil provenían básicamente de tres grupos tribales bien diferenciados:

Sudaneses o Yoruba, Geges o Daometianos, Bantús

a. Sudaneses o Yoruba:
Los idiomas de uso frecuente en estos pueblos eran el yoruba y el gegé nagó.

Reconocían como divinidad suprema a Olorum, un dios alejado de todo contacto con el desarrollo de la historia de los hombres, y que en consecuencia no era objeto de culto directo. Se trata, como suele ocurrir en muchas religiones politeístas, de un dios supremo totalmente separado y alejado de los hombres y de los demás dioses.

Pero en la mitología yoruba, Olorum tenía a su servicio una serie de intermediarios, denominados "orixás", que sí eran objeto de culto directo, y que eran los que de hecho gobernaban las acciones y decisiones de los hombres. Los orixás eran seres extrovertidos y pasionales, alegres y con rasgos cuasi-humanos, que debían ser consultados y obedecidos por los hombres antes de emprender cualquier tarea.

Las relaciones que se establecían entre los distintos orixás daban lugar a una cosmogonía propia de este grupo africano; así, por ejemplo:

De la unión de Orixalá (el cielo) con Odudua (la tierra), habrían nacido Aganjé (la tierra firme) y Iemanjá (el agua).

A su vez, de la unión de Aganjé con su hermana Iemanjá habría nacido Orungan (el aire)

pero la historia no acaba aquí, Orungan se unirá con su madre (Iemanjá) para dar nacimiento a Xangó (el rayo), Ogum (la guerra), Oloxa (los lagos), Dadá (los vegetales) y Oxôssé (la caza).

b. Geges o Daometianos:
A semejanza de los sudaneses, los daometianos también creían en la existencia de un dios superior llamado Olorum, remoto e incognoscible. Él habría sido quien autorizó a un dios inferior, Obatala, a crear la tierra y todas las formas de vida; pero una batalla entre ambos dioses decidió el alejamiento de Obatala.

En la mitología daometiana hay cientos de dioses menores (Ioa); aquellos que eran venerados ya en Dahomey se denominan "Rada", los que fueron posteriormente agregados en el continente americano se denominan "Petro". Estos intermediarios sirven a los dioses y entran en relación con los hombres. Cada uno de ellos tiene sus insignias y colores propios, y requiere de sacrificios específicos.

En contraposición con los orixás yoruba, los mediadores doametianos están más asociados al concepto de castigo, y manifiestan un comportamiento austero y grave.

Sostienen que cada persona tiene un alma compuesta de dos partes a las que denominan "gros bon ange" y "ti bon ange"; esta última es la que abandonaría el cuerpo durante el sueño o cuando la persona es poseída por un loa durante los rituales, el problema es que la ti bon ange puede ser dañada o capturada por un acto de hechicería mientras está alejada del cuerpo.

Los rituales voduns, tienen como finalidad establecer contacto con las divinidades para obtener su favor mediante la ofrenda de animales sacrificados y regalos, para de este modo obtener un mejor standard de vida, salud, etc. En su visión de la realidad, los humanos y los loa son mutuamente dependientes: los intermediarios necesitan alimentos y otros materiales, mientras los humanos requieren salud, protección de los demonios, y buena fortuna.

A pesar de las claras diferencias con la fe cristiana, hay algunos puntos comunes que sirvieron oportunamente de base al sincretismo:

· La creencia en la existencia de un ser superior.
· El lugar que la devoción cristiana adjudica a los santos católicos, especialmente adjudicándoles patronazgos e intercesiones especiales.
· La afirmación de una existencia más allá de la muerte
· El sacrificio como centro de todo el sistema ritual.
· La creencia en la existencia de seres espirituales y en demonios.

c. Bantús:
Los esclavos bantús hablaban lenguajes diversos de los otros grupos tribales: el congo y el angola.

Este grupo étnico, no practicaba un culto a intermediarios divinos, sino que su práctica ritual (como en muchos otros pueblos primitivos) honraba las almas de los muertos. La fe bantú suponía que las almas de los difuntos estaban regidas por un dios supremo al que denominaban Zambi. Llamaban "zombi" a las almas de los muertos recientes, y suponían que vagaban por el mundo de los vivos.

Cada una de estas naciones africanas, perfectamente diferenciadas étnica, cultural y geográficamente, tenía una religión también diversa; pero la situación de esclavitud a la que fueron sometidas al ser violentamente transplantadas a territorio americano, provocó la ruptura de los núcleos familiares y tribales y la subsecuente mezcla de etnias, tradiciones culturales y religiosas. Con el paso del tiempo y poco a poco, fue dándose en cada región del nuevo continente una cierta uniformización de sus prácticas religiosas que tomó como base las semejanzas existentes.

Este proceso, al que comúnmente se denomina "sincretismo", dio origen a una serie muy amplia de rituales y sistemas de creencias que toman elementos diversos de modo dispar, de manera tal que puede ocurrir que la misma denominación se aplique a distintas divinidades, o que la misma divinidad reciba diferentes nombres y simbología según la región y el rito. Este fenómeno no hace más que dificultar su descripción y estudio.

Hoy día, estos orígenes diversos pueden identificarse por el idioma africano que subyace en cada rito, aunque no se mantienen en toda su pureza (salvo en el caso del yoruba), habiendo dado lugar a un lenguaje cultual nuevo, de carácter cuasi-hermético.

Los ritos gegé-nagó son los que se han mantenido más puros hasta nuestros días, conociéndose casos de sacerdotes de origen americano que han regresado al África para purificarse y volver a las fuentes.


2) Las religiones indígenas:

Un elemento muy importante que, bajo el ropaje exuberante y exótico de los ritos africanos corre el riesgo de desaparecer, pero que no debe ser olvidado ni infravalorado, son las religiones propias de los indígenas americanos. Estas creencias también tuvieron una importancia notable en el desarrollo de este sincretismo al entrar en contacto con las religiones de origen africano.

Si bien se trataba de grupos tribales diversos, en su mayoría sus creencias admitían la existencia de un principio rector superior y personal al que denominaban generalmente "Tupá".

Por debajo de Tupá, el panteón amerindio alineaba una infinidad de dioses o genios, como por ejemplo Yara (divinidad de las aguas de los ríos) y Jurupari (espíritu inferior que podría identificarse con los demonios).

Los indígenas americanos sentían terror ante la posibilidad de un encuentro con las almas de los muertos, las que según creían, se podían aparecer a los vivos bajo apariencia de animal durante la noche.

A los sacerdotes se los denominaba "pajés", eran cualificados por su capacidad de contacto inmediato con los seres divinos, y más que cumplir una función ritual o sacrificial dentro de su estructura religiosa, eran una especie de consejeros u orientadores que gozaban del poder de curar dolencias diversas y alejar a los Jurupari. Practicaban el fetichismo.

3) Elementos tomados del Catolicismo:

Recordemos en este punto que las cofradías de santos que se estructuraban en las comunidades parroquiales o las misiones, eran uno de los pocos reductos que posibilitaban a los esclavos la ocasión de mantener su lengua nativa sin necesidad de ocultarse.

Esta facilidad, fue utilizada por los distintos grupos para mantener sus propias creencias religiosas ocultas bajo un ropaje de apariencia católico. De aquí que el culto sincrético afro brasilero haya adoptado la imaginería de los santos católicos, dándole a cada imagen un significado nuevo y distinto.

Desde el comienzo, las imágenes de los distintos santos fueron identificadas con los orixás para mantener disfrazada la práctica religiosa animista. La selección de las imágenes se dio generalmente:

Tomando como base algún elemento distintivo de la imagen. Tal es el caso de Iemanjá que es representada como Stella Maris. Iemanjá es la fuerza vital de las aguas en movimiento, la imagen de Stella Maris aparece como surgiendo de un borbotón de olas marinas.

Tomando como referencia algún punto de la historia del santo en cuestión. San Jorge, no sólo es representado como un caballero que combate, sino que, según la leyenda fue un soldado; esto permite que sea inmediatamente identificado en el panteón Umbandista con Ogum, señor de la guerra.

Es muy importante tener en cuenta que la identificación de las imágenes no es unívoca, sino que hay variaciones de cierta significación según la región del Brasil en la que se haya dado el sincretismo.

4) Elementos tomados del espiritismo kardecista:

El espiritismo kardecista (de Allan Kardec, considerado como el fundador de la rama francesa del espiritismo contemporáneo) fue introducido en el norte de Brasil de la mano de un grupo de oficiales del ejército brasileño, pero no encontró de modo inmediato mayor aceptación dentro de la sociedad brasileña. Sin embargo, varios elementos de su doctrina fueron incorporados en las que hemos denominado religiones afro-brasileras, merced al proceso de asimilación por similitudes propio de los sincretismos.

Al referirnos a "asimilación por similitudes", estamos aludiendo a un proceso cultural por el cual se incorporan y reelaboran conceptos más sofisticados a los precedentes a partir de coincidencias aparentes. De este modo, la creencia en la presencia del alma de los muertos en el mundo de los vivos propia de las religiones animistas, es reprocesada a partir de la afirmación de la posibilidad de establecer comunicación con los muertos que sostiene el espiritismo, dando lugar a un ritual de invocación e "incorporación" de espíritus que se asienta en las antiguas creencias pero que asume rituales de origen moderno.

Así es como se pueden apreciar influencias notables del pensamiento kardecista en la práctica de la invocación de los muertos, en la creencia en la reencarnación, en la adivinación utilizando el método de la copa de agua, en el ritual de los pases, y en el énfasis que se pone en la práctica de la caridad y del consejo.

Claro que no sólo el espiritismo tradicional influye, sino que también se toman elementos del ocultismo teosófico, del que en los años '30 se adoptaron los baños de descarga de energías, los "trabajos" para finalidades diversas, y los rituales de encantamiento.

Resultados del sincretismo en Brasil

El complejo proceso de asimilación y confusión de elementos procedentes de fuentes tan diversas, que además alcanzaron peso distinto según la región de Brasil que estemos considerando, dio lugar a diferentes sistemas rituales y de creencias, que según algunos especialistas, pueden sistematizarse así:

· Pajelança: culto tradicional propio del Norte de Brasil, en el que predominan los elementos cristianos y africanos; a sus sacerdotes se les da el nombre de "pajé", como a los antiguos hechiceros y curanderos de las tribus tupi-guaranis.

· Casa de Mina

· Catimbó

· Xangó: culto sincrético con fuerte influencia nagó, originado particularmente en los estados de Pernambuco y Alagoas.

· Candomblé: (en la zona de Bahía) es de origen yoruba y bantú, y tiene su cuna en los estados de Bahía, Recife, Río Grande del Sur y Maranhao; mezcla elementos animistas, ocultistas y cristianos, mostrando algunos elementos de magia negra.

· Macumba – Umbanda: (en Río de Janeiro y San Pablo) El Umbanda, mezcla la mitología africana del Candomblé (de ahí la similitud y parentesco entre ambos ritos), con las otras fuentes del sincretismo; en él la influencia espiritista es muy importante y se manifiesta claramente en que se tiene una noción muy fuerte de bien y mal. El Quimbanda es propiamente una línea ritual del Umbanda volcada objetivamente a la práctica de la magia negra, para lo que trabaja principalmente con los exus, y con Omolú (el orixá ligado a la muerte).

· Batuque: (en Río Grande do Sul) El Batuque por su parte, es más propio de la zona del Río de la Plata, y presente fuertes influencias del ocultismo y la magia.

El culto Umbanda

Dada la difusión y alcance que el umbandismo alcanza en nuestro país, parece conveniente detenernos aunque sea brevemente a estudiar con mayor detalle el culto Umbanda.

Se trata de un producto del sincretismo que se da a partir de dos fuentes principales: los cultos afro-brasileros y la doctrina espiritista tradicional, como una tentativa de reorganización de las religiones africanas que aún a principios de este siglo sobrevivían desfiguradas en las grandes ciudades costeras brasileñas, y que entonces eran denominadas genéricamente "Macumba".

Un antecedente de gran importancia que no puede dejarse de lado es el ingreso a partir de 1863 del espiritismo en Brasil, donde si bien no tuvo mayor repercusión entre los estratos más instruidos de la sociedad, si tuvo aceptación en los barrios marginales de las grandes ciudades, aunque en versiones muy deformadas.

Por esta causa, se puede apreciar una especial interacción entre el espiritismo kardecista y las creencias afro-brasileras, que se manifestó más acabadamente en las siguientes particularidades asociadas al Umbandismo:

1. Los espíritus que en apariencia se manifestaban en las sesiones de invocación espiritistas de fines de siglo eran mayoritariamente de negros o de indios (pretos-velhos o caboclos).

2. El presidente de las sesiones de invocación de espíritus adquirió habitualmente el carácter de un taumaturgo que domina sobre los espíritus que son invocados.

3. La comunicación no será ya solamente con espíritus de hombres fallecidos, sino que también se orientará hacia las divinidades cósmicas del panteón africanista (los orixás).

Así, a principios de este siglo ya se podía constatar el afianzamiento de un complejo sistema ritual que reconocía sus fuentes en los ritos afro-brasileros y en el espiritismo kardecista, que era denominado generalmente "Macumba". Este primer rito experimentará un proceso de diversificación gradual dando de este modo lugar a dos sistemas rituales que actualmente coexisten:

a. El rito Umbanda, que supone una nueva fase de estructuración, con predominio del espiritismo y una selección de las fuentes afro-brasileras de las que retiene sólo aquellas facetas del animismo primitivo que considera compatibles con nuestro así llamado "mundo civilizado".

b. El rito Quimbanda o Macumba, que constituye una forma más grosera del mismo sistema de creencias, que conserva prácticas de tinte claramente mágico y aún con fines maléficos.
Se suele señalar como lugar y fecha de nacimiento del Umbanda la ciudad de Nitéroi, en la década del '30, siendo su precursor el capitán José Pessoa, un espiritista clásico. Como fecha cierta podemos considerar el año 1941 fecha en que se reunió el primer Congreso Umbandista con la finalidad de uniformar el rito y la doctrina. A este primer congreso le siguieron muchos ensayos de Confederaciones. En nuestro país funciona una Confederación Umbandista Argentina. Pero en todos los casos, hay multiplicidad de terreiros y pais que se manejan al margen de las Confederaciones.

Actualmente hay una tendencia a regresar a las fuentes de una religiosidad africana más pura, principalmente en los ritos candomblé y yoruba, eliminando los factores producto del sincretismo y recuperando las vertientes más claramente animistas de estos rituales. Esto se considera como un intento de rescate de las "religiones negras". Así es como escuchamos hablar frecuentemente del "africanismo".

I. Doctrina Umbandista
I.1. Divinidades
Se suele presentar el panteón de las divinidades umbandistas, como organizado en 6 "líneas":

línea de Oxalá / línea de Iemanjá / línea de Oriente / línea de Oxôssé / línea de Ogum / línea Africana

Las entidades que agrupan estas líneas pertenecen a tres categorías diferentes:

los Orixás, son de suyo entidades animistas, intermediarias entre la divinidad suprema (Olorum) y los hombres, aunque al ser confundidos con los santos católicos en el proceso sincrético parecen representar a poderes del plano moral antes que a fuerzas de la naturaleza propiamente hablando
los Caboclos, que son espíritus de amerindios muertos.
los Pretos Velhos, que son espíritus de esclavos africanos.
Caracterización de algunos orixás
Bará:

Algunos lo consideran el más humano de los orixás ya que no es ni completamente malo ni completamente bueno. Se lo caracteriza como dinámico, jovial, en movimiento.

Es el guardián de los templos, las casas, las ciudades y las personas; intermediario entre los hombres y las divinidades, debe ser objeto de ofrenda antes de comenzar cualquier actividad para que abra los caminos, ya que es el "dueño de los caminos y las encrucijadas".

De acuerdo a cómo sea tratado, él podría "cerrar" o "abrir" los caminos de las personas, dificultando o facilitando sus vidas.

Ogum:

Se lo invoca como el dios de la guerra, de las artes manuales y del hierro. Por esto mismo lo consideran el protector de los herreros y de todos los que de algún modo usan habitualmente objetos construidos con este metal: agricultores, cazadores, carniceros, escultores, etc..

Se lo considera como de temperamento violento, lo que se expresa en su danza propia.

Por su cualidad de guerrero, se lo invoca para solucionar cuestiones pendientes y pleitos.

Yansá:

También denominada Oiá, es considerada la divinidad de los vientos, las tempestades, los rayos y los remolinos. En la cosmogonía africanista, Yansá fue la primer mujer de Xangô, de temperamento ardiente e impetuoso.

Las personas que se dedican a su culto, son de sexualidad intensa y asumida, pudiendo envolverse frecuentemente en aventuras pasionales.

Xangô:

Es considerado el orixá de la justicia. Poderoso e impulsivo, es fácilmente irritable; castiga a los malhechores, los mentirosos y los ladrones.

Esta divinidad en particular presenta una dualidad: El joven "Aganjú", señor de la justicia. El viejo "Godô", dueño de la ley y patrono de los intelectuales.

Las personas a él dedicadas deben ser voluntariosas, enérgicas, conscientes de su importancia y de sus obligaciones, con un profundo y constante sentido de justicia. Han saber comportarse con severidad, o con benevolencia según corresponda.

Odé y Otim:

Se trata de una pareja de orixás, que vive en los bosques cazando, por esto mismo son los protectores de los cazadores en sus expediciones.

Forman una pareja inseparable, allí donde está uno está el otro. Según la mitología yoruba, Odé es quien caza, pero experimenta una gran compasión por los animales, por lo que regala el producto de su tarea a su mujer, Otim, quien se los devora totalmente y por eso es obesa.

Sus "hijos" o fieles, son personas despiertas y con iniciativa, gustosos de descubrimientos y novedades.

Ossanha:

Es considerada la divinidad de las hojas y las plantas medicinales. Es el orixá "médico" por ser conocedor de la cura a través de las plantas.

Es invocado en casi todos los trabajos para alcanzar la salud.

Es patrono de los lisiados por tener sólo una pierna. Los devotos de Ossanha, son personas de carácter equilibrado, que controlan sus sentimientos y emociones, y no son influenciados fácilmente por opiniones ajenas o por acontecimientos circunstanciales. Son personas creativas y persistentes.

Omolu:

Es el orixá de la dolencia, la enfermedad. Su figura y sus ritos etán rodeados de misterio, a punto tal que para algunos su sola mención en un riesgo.

Se le atribuye el control sobre las enfermedades, especialmente las epidemias, teniendo tanto el poder de causarlas como el de curarlas. En general se le asigna a su poder un carácter colectivo. Se lo considera como viejo, inoportuno, rezongón y vengativo.

Sus fieles son personas solitarias, introvertidas, con gran celo por su intimidad y austeros.

Obá:

Orixá femenino muy fuerte y enérgico, capaz incluso de desafiar y vencer a orixás masculinos en diversos enfrentamientos.

En la mitología umbandista fue la tercer mujer de Xangô; surgiendo de aquí una gran rivalidad con Oxum, porque esta era linda, joven y vistosa, mientras que Obá era mas vieja y no daba importancia a su apariencia.

Obá posee pocos "hijos", por lo que sus devotos sueles ser considerados personas valiosas e incomprendidas. Son gente que busca el suceso material con gran avidez y cuidado para no perderse nada, garantizando así una cierta compensación por sus frustraciones.

Oxúm:

Esta orixá, sería la dueña del oro, de la riqueza, de las aguas dulces. Patrocinadora de los negocios y de la fecundidad. Por esto, las mujeres que desean quedar embarazadas o tener un embarazo sin problemas recurren a la Madre Oxúm. Es la divinidad de los ríos y aguas dulces.

Oxúm confiere a sus "hijos" un temperamento dulce y gracioso, los dota de elegancia y gusto por las joyas y perfumes. Suelen ser personas preocupadas por la opinión pública, que se presentan siempre con un halo de calma y tranquilidad.

Iemanjá:

Considerada como dueña de los mares, es homenajeada especialmente por quienes dependen de las aguas para su subsistencia: pescadores y marineros.

Sus imágenes suelen mostrar su aspecto de matrona, de senos voluminosos, símbolos de maternidad fecunda y nutritiva.

Gusta de ser respetada; pero cuando por algún motivo ha sido incomodada, no se manifiesta vengativa sino que perdona fácilmente, pero es tolerante sólo hasta cierto punto.

Los "hijos" de Iemanjá son fuertes, altivos, vigorosos, y en algunas oportunidades impetuosos y arrogantes; fácilmente irritables, cambian de humor de un instante para el otro; son capaces de perdonar una ofensa pero no de olvidarla. Son serios, maternales y preocupados con los otros.

Oxalá:

Oxalá es considerado como el "Padre de Todos", y según la cosmogonía umbandista, es el orixá más viejo ya que fue el primero en ser creado.

Este orixá transmite a sus hijos sus características más elevadas: calma, respetabilidad, fuerza de voluntad y confiabilidad; es difícil que la opinión de otros los haga cambiar de opinión o estrategia, y aceptan plenamente las consecuencias de sus decisiones.

Denominación Simbología Imagen católica

Bará Símbolo llave Color rojo Fuerza que refiere: movimiento, comunicación. San Antonio San Pedro

Exú Mensajero entre los hombres y los orixás Diablo Ibejí Protector de los gemelos San Cosme y San Damián Iemanjá Símbolo áncora, barco, pescado. Color azul celeste Fuerza que refiere: maternidad. Stella Maris Inmaculada Concepción

Ifa Don de adivinación Espíritu Santo Obá Símbolo cuchillo Color rosa Fuerza que refiere: fortaleza Santa Catalina Ogum Símbolo espada y lanza Color rojo y verde Fuerza que refiere: la guerra, artes manuales San Antonio (Bahía) San Jorge (Río)

Ossanha Símbolo muleta y hoja Color verde y amarillo Fuerza que refiere: salud San Roque San José

Omolu Símbolo: escoba y pilón Color negro o marrón Fuerza que refiere: enfermedad, epidemia San Lázaro Oxalá Símbolo bastón, ojo, paloma Color blanco Fuerza que refiere: vejez, sabiduría, paternidad Cristo Señor del Bom Fim

Oxossi Dios de la caza San Jorge (Bahía) San Sebastián

Odé y Otim Símbolo Odé: arco y flecha Otim: cántaro Color azul marino y blanco Fuerza que refiere: caza Odé: San Sebastián Otim: Santa Efigenia

Oxum Símbolo espejo, oro y dinero Color amarillo Fuerza que refiere: riqueza, negocios Inmaculada Concepción Ntra. Sra. de los Dolores

Pompa gira Exú femenino Diablesa Xafera San Benito San Roque

San Lázaro

Xangó Símbolo hacha y balanza Color rojo y blanco Fuerza que refiere: intelectualidad y justicia Aganjú - San Miguel Godô - San Jerónimo

Yansá Símbolo espada, estera Color rojo y blanco Fuerza que refiere: guerra y sensualidad Santa Bárbara

Nunca aclararemos lo suficiente que, dado el carácter sincrético de estos rituales y su desarrollo paralelo en diferentes regiones, las denominaciones, atribuciones y simbolismos no son de ninguna manera unívocos, sino que por el contrario, deben rectificarse en cada caso particular.

I.2. La mediumnidad
En el contexto Umbanda los conceptos de invocación de espíritus y de mediumnidad, propios del espiritismo kardeciano han sido fuertemente reelaborados.

La doctrina umbandista afirma que no sólo los espíritus de los muertos (que como ya dijimos, por lo general son de esclavos negros o indígenas), sino que también los orixás pueden descender sobre los médiums, a los que se denomina "cavalo do santo".

El cavalo do santo incorpora al orixá como respuesta a las invocaciones que se realizan en forma de cánticos o bailes (puntos riscados) dentro del ritual umbanda.

Un mismo "cavalo" puede recibir o mediatizar varias entidades distintas sucesivamente, aunque generalmente no de modo simultáneo.

I.3. La magia umbandista
Los ritos en el umbandismo tienen como propósito movilizar las fuerzas evocadas en ellos, y que pueden ser tanto orixás como espíritus de indígenas o esclavos, o las mismas fuerzas ocultas de la naturaleza, sean del campo psíquico o de la polivalente área de las "vibraciones".

Con este fin se realizan ritos diversos, a los que se denomina genéricamente "trabajos": los despachos, las defumaciones, los sacrificios y la confección de amuletos, las bebidas, la consulta de los buzios y el uso de velas, cintas de seda, y uniformes diversos.

El objeto del rito mágico puede ser diverso según el rito de que se trate:

Umbanda o magia blanca

Procura un efecto preciso considerado como "bueno", tal como puede ser la cura de una dolencia, la obtención de un trabajo o la anulación de un fetiche.

Quimbanda o magia negra

Procura la obtención segura de un efecto considerado como "malo", en general se trata de trabajos para forzar o torcer la voluntad de terceros.

I.4. La fe en la reencarnación
La fe umbandista sostiene firmemente la posibilidad de la reencarnación del alma en vidas terrenales sucesivas, proceso que seguiría la conocida "ley del karma": la vida presente es consecuencia de las vidas pasadas y organiza desde ya las vidas futuras.

Estas afirmaciones, que distinguen al umbandismo entre otros sistemas de creencias de origen africano, son claramente una herencia del pensamiento oriental que el umbandismo recibió a través de su vertiente ocultista merced al proceso de "asimilación por similitudes", partiendo de la creencia de los amerindios y algunas tribus africanas respecto a la permanencia de las almas de los muertos en el mundo de los vivos.

Esta reencarnación tendría en este caso, un triple propósito:

La reparación de errores o faltas cometidas en una existencia anterior. La evolución o progreso espiritual. El desempeño de misiones importantes. Para poder seguir evolucionando en la próxima encarnación, el individuo debería liberarse de los residuos de las vidas anteriores, evitando el egoísmo y practicando la caridad.

II. Jerarquía umbandista
Dentro del ritual Umbanda hay una jerarquía "litúrgica" perfectamente organizada y ordenada según dignidad y función:

El jefe del "terreiro", que es denominado babalorixá, babalaô, paí, príncipe de Umbanda o señor de Olorum en caso de ser varón, y babá o mae Umbanda cuando se trata de una mujer. A él o ella le corresponde incorporar constantemente el espíritu bajo cuya protección se realizan los trabajos en ese terreiro, identificar los espíritus que se posesionan de los fieles, preparar e iniciar a los "filhos do santo", consagrar las imágenes de los orixás, dar pases, bailar al inicio de la sesión, diagnosticar y curar, hacer adivinación, etc.

los ogâs o auxiliares directos. Su función es entonar los cantos y dirigir los trabajos de incorporación de los médiums. Si se trata de una mujer se la denomina jabonan o mae pequeña.

los cambonos y las sambas. los cavalos o médiums. Debe haber al menos 10 de ellos en cada sesión ritual.

III. Variedad de rituales
Aunque ya hemos distinguido al menos siete sistemas rituales diversos entre los denominados cultos afro-brasileros, aún es preciso, dentro del Umbanda mismo, distinguir distintas corrientes rituales.

Estas corrientes, aún cuando los Congresos Umbandistas han buscado una unificación ritual, se han diferenciado progresivamente según haya sido mayor o menor la incorporación y aporte de la doctrina y práctica espiritista. La distinción de los diferentes grupos es posible básicamente tomando en cuenta el ritual que se sigue, así, podemos hablar de cinco ritos Umbanda básicos, básicamente considerando la predominancia espiritista o africanista:

Rito espiritista

Corresponde a lo que también algunos denominan "Umbanda puritana". Se desarrolla en círculos más espiritualizados. Aquí, los orixás son asimilados a espíritus de hombres y hay una fuerte presencia de doctrina kardecista. En general, no apela a imágenes ni a bailes.

Ritualista

Este ritual incorpora el batir de palmas y mucha música, durante las sesiones se utilizan obligatoriamente ropajes blancos. Se emplean abundantemente los bailes, las imágenes, los santuarios de orixás. Las manifestaciones ya no son aquí interpretadas como de espíritus, sino más bien de orixás.

Ritmado

Es más "africano" o primitivo que los precedentes. En el rito es notable la incorporación de elementos de percusión que acompañan y sostienen el baile

Ritmado y ritualizado

Es el ritual de origen más folclórico. Está fuertemente influido por otro elemento del sincretismo, el "Candomblé". Durante las sesiones se emplean permanentemente instrumentos musicales, el ropaje litúrgico es fuertemente colorido, dependiendo el color del orixá bajo cuya protección se actúa.

Esotérico o cabalístico

Está fuertemente influído por religiones y cultos orientales. Sus adeptos sostienen que el Umbanda no es un culto típicamente brasileño, sino el resurgir de una antigua práctica oriental casi olvidada; una religión "popular, blanca y esotérica, cuya finalidad es la práctica de caridad pura".

IV. Sacrificios y ofrendas
Hoy día no es extraño que por la mañana encontremos en distintos lugares de nuestras ciudades (portales, cruces de calles, orillas de corrientes de agua, etc.), elementos tales como granos de maíz, caçasa u otra bebida blanca, animales sacrificados, etc., todos ellos prolijamente ordenados sobre un mantel o servilleta que hace las veces de tal, con la compañía de algunas velas de colores, elementos que constituyen las ofrendas de los fieles umbandistas.

Estas ofrendas o sacrificios, tienen el carácter de presente realizado a una o más entidades con el propósito de homenajearlo en su fiesta o de hacerle llegar una petición o un agradecimiento.

Generalmente las ofrendas están constituidas por flores, bebidas fuertes, miel, cabellos, velas, etc. que se depositan en distintos lugares, dependiendo del orixá al que se quiere hacer la ofrenda, p.e.: las ofrendas a Oxalá se deben depositar en lugares verdes; las ofrendas a Iemanjá, junto a las corrientes de agua; las ofrendas a Ogum, en los pórticos de entrada; las ofrendas a los Exús, en las encrucijadas de los caminos.

En algunos rituales también se pueden sacrificar animales pequeños como p.e. gallinas, perros, gatos, monos, etc.. Pero es poco frecuente que se admitan públicamente con facilidad este tipo de sacrificios ya que están muy cuestionados por las organizaciones protectoras de animales y por la opinión generalizada, aunque la práctica es un hecho innegable.

En general, las substancias que participan en los rituales de ofrendas, representan los tres reinos de la naturaleza (mineral, vegetal y animal) y los tres colores básicos del panteón africano: blanco, rojo y negro. Estos últimos son los colores de las llamadas "fuentes dinámicas": Oxalá (blanco) y Exú (rojo y negro).

Publicado en: http://www.metareligion.com

¿Qué es la "Bandera Wiphala"?



Wiphala La Bandera Andina o Aymará*
Cuando llegué a Bolivia hace unos 50 años nadie hablaba de wiphalas, se sabía que había algo, pero era una cosa desconocida y se puso de moda, hace unos 20 años. Es algo así, como lo del 21 de Julio, el año nuevo Aymará, también es una cosa nueva, lo del solsticio allá en Tiawanacu es una cosa que en cierta forma invento Ponce, son cosas que se recrean.


La wiphla es 7×7x7×7, siete horizontales, siete verticales, siete diagonales y siete son sus colores. Probablemente tiene que ver con algún calendario lunar, la luna son cuatro semanas de siete, pero la forma actual de la wiphala que tenemos aquí, es una forma relativamente reciente y esta es la interpretación de un señor llamado Germán ChoqueHanca, que se hacia llamar hace un tiempo Inca Huascar ChoqueHuanca. Fue diputado y en esa época publicó un libro muy grueso dedicado a la bandera. Todas son interpretaciones, el significado original no lo sé, porque en cierta forma es una recopilación actual.


En Cuzco y Ecuador, también hay wiphalas, pero esas son siete rayas con los siete colores solamente, en cambio la de aquí es con cuadraditos y con esa diagonal.


Lo que me gusta pensar al ver la wiphala, es que somos distintos y sin embargo, somos capaces de ser una unidad siendo diferentes. Entonces más que verlo sólo como una bandera Aymará, lo veo más como una señal de un país nuevo, que sea plural y que sea unidad en la pluralidad, un estado plurinacional, pero nuevamente es una interpretación actual, no una histórica.


En las ruinas está la que llaman la cruz andina y se dice que cada recuadro de la cruz andina tiene un color distinto, parece que históricamente tiene que ver más con la cruz andina que con un rectángulo.


*Fragmento extraído de la Entrevista a Xavier Albó realizada por Francisca Espinoza, para la Revista Ser Indígena.


Para leer el artículo completo:http://www.revista.serindigena.org/noticias/?p=186

LA LIBERACIÓN Y EL LIBERTADOR (Colombia)

LA LIBERACIÓN Y EL LIBERTADOR



Después de pasar la Conquista como un huracán sobre la civilización aborigen, las colonias fueron consideradas durante tres siglos por la metrópoli española como tierra conquistada; la población, con su suelo, se repartió entre los conquistadores y se la aniquiló, en todo el sentido de la palabra, por medio de un cruel sistema de explotación. Con los indígenas americanos se manifestó el mismo desdén por las otras razas y el mismo intolerante fanatismo contra las gentes de otra creencia demostrados por los españoles con la expulsión de treinta y ocho mil familias judías y con la eliminación de tal vez una cuarta parte de la población española, constituida por los colonos moriscos. Las colonias hispanoamericanas, por ello, albergaban en su seno bastantes más gérmenes de descontento, odio, descomposición e injusticia que las colonias inglesas de Norteamércia, donde tenían vigor las mismas leyes que en la metrópoli y que se consideraba en todo lo posible, con política prudencia, la necesidad de una libre regulación de las circunstancias. Por ese motivo el choque fue en el Sur más intenso que en el Norte y más duraderas las consecuencias. Era inevitable una ruptura violenta de los lazos. Esto es lo que se desprende de una ojeada general a las circunstancias de la época.

En orden a lo político, en las colonias dominaban casi exclusivamente los españoles europeos. Los cargos públicos no eran accesibles a los indígenas ni a los criollos. La cerrada centralización en presidencias y virreinatos (6) que abarcaban comarcas inmensas y apenas o escasamente relacionadas entre sí, así como la total dependencia, en cuanto a legislación y jurisdicción, de la Corte Española y del Consejo de Indias —que no conocía las necesidades de cada región y que sólo con lentitud resolvía los negocios—, ahogaban toda capacidad política de resolución. Hay que añadir que las autoridades civiles entre sí, y estas con respecto a las eclesiásticas, se hallaban en disen­Sión constante. La libertad personal y los fueros, tan desarrollados en España, lo mismo que la opinión pública, no eran allí tolerados. El acceso a las posesiones de América se hacía casi imposible a los otros europeos no españoles; las colonias se hallaban rigurosamente separadas del resto del mundo, de modo que tenían de éste un concepto enteramente erróneo. Una gran irreflexión y egoísmo por parte de los funcionarios ponían su sello a la administración. La imposición de muy altas cargas tributarias, en especial los impuestos sobre las ventas, oro y siempre oro, era la consigna de los españoles. Por eso no existía amor patrio, ni fidelidad en las funciones públicas, ni afecto de los gobernados hacia los gobernantes; en una palabra, entre la autocracia de una parte y la sumisión de la otra, no había progreso.

En el aspecto cultural y social las cosas no estaban mejor. La enseñanza pública se encontraba enteramente desatendida y se daba en forma fragmentaria e incompleta, obstaculizada además por la Inquisición, establecida en 1571 y por la prohibición de introducir y leer los escritos calificados de heréticos.

Los bienes de las personas sospechosas eran embargados y sus familias expuestas al general desprecio. Con las abjuraciones a la fuerza se fomentaba la hipocresía. Eran grandes el fanatismo y la superstición de las masas, sólo aparentemente convertidas al cristianismo, que en el fondo continuaban siendo idólatras y que de la religión no conocían mucho más que al cura o monje que las explotaba. Agreguemos que la población estaba corrompida por el mal ejemplo de tanto aventurero inmigrante, de tanto noble arruinado y falto de escrúpulos, de tanto soldado brutal; corrompida estaba la gente por la mendicidad, por la usura y el juego, por las loterías, por la dilapidación de las fortunas rápidamente logradas, por los torcidos procesos y la justicia venal y turbia, por un sistema de espionaje y delación, por la aplicación de torturas, por las lidias de toros y las luchas de gallos y no en último lugar por el desprecio de la honra y virtud de las mujeres del país. Con la palabra y la pluma el Padre Aguilar señaló durante mi permanencia en Bogotá esos ejemplos de corrupción de los tiempos pasados. Los esclavos, tanto los traídos de Africa como los indios, hacían la mayor parte del trabajo. Las mejores tierras se hallaban reunidas en poder de unos pocos o se convertían en bienes de la mano muerta. Al comenzar la revolución el clero tenía casi la mitad de las propiedades raíces. La servidumbre de los aborígenes dificultaba también la necesaria y deseable mezcla de razas. No había libros útiles que divulgítran la instrucción, pues, por ejemplo, la lectura de la Historia de América de Robertson estuvo castigada con pena de muerte. Algunos libros entraban de contrabando. El alimento espiritual estaba constituido por la teología, el derecho canónico y todo el confuso cúmulo del derecho civil en el que ya no se orientaban ni los mismos legisladores.

En el terreno económico y politico dominaba el monopolio bajo todas las formas imaginables; hasta la extracción del platino y la obtención de la corteza de quina se hallaban monopolizadas. La plantación de olivos y vides estaba prohibida bajo pena de muerte. Diferentes fábricas de paños, vajillas y sombreros fueron destruidas por mandato real. Los productos del comercio no podían ser intercambiados libremente y según las leyes de la demanda, pues sólo cabía su importación desde la metrópoli o su exportación a la misma. Sevilla era a estos fines el único puerto de embarque y desembarque de mercancías. Todos los años zarpaban para Portobelo dos flotas mercantes escoltadas por navíos de guerra. Los artículos importados debían recorrer las regiones en una dirección estrictamente señalada; en cada lugar se dejaba una determinada cantidad, hiciera falta o no allí. Así se crearon núcleos de tráfico enteramente artificiales. Como único principio económico se tenía la explotación de las minas de oro y plata. Por malos caminos, que siguieron siendo malos, se llevaban a lomo de mula los sacos de oro —riqueza de unas pocas familias— para ya no volverlos a ver.

Se objetará tal vez que el cuadro aquí pintado tiene tonos demasiado sombríos. Muy a gusto, precisamente en calidad de europeo, desearía poner colores más alegres y señalar, por ejemplo, el hecho de que Alexander von Humboldt, al emprender en 1801 sus famosos viajes a las regiones equinocciales, encontrara en Bogotá un círculo de eruditos en el que figuraban el botánico Mutis y el astrónomo Caldas. Pero estos rayos de luz aislados no bastan a suavizar la impresión de conjunto de que las colonias españolas vivieron tres siglos en la miseria y la ignorancia, de que eran bastiones clericales cuyos macizos muros no podrían allanarse mediante reformas, sino que habrían de ser volados por las revoluciones. En la propia metrópoli, por lo demás, tampoco había imperado siempre la paz durante el tiempo de la dominación española, pues la revolución la llevaban y llevan los españoles en la propia sangre. Con esta exposición de lo que fue un sistema feudal teocrático-absolutista culpamos menos a un determinado pueblo civilizador que a la totalidad de una época.

Diversos levantamientos de mayor o menor magnitud, como el de los Comuneros del año 1781 en Colombia, demostraron a los dominadores españoles que habían pasado los tiempos de la callada obediencia. En la escena universal reinaba la agitación. No es que la guerra norteamericana de liberación hiciera uña impresión grande sobre los emotivos suramericanos. De un lado, la noticias sobre esos acontecimientos se reservaban bastante y eran poco conocidas, de otro lado, se trataba de una revolución un tanto prosaica. Cosa muy distinta ocurrió con el gran drama de la cosmopolita Revolución Francesa, proclamadora de la igualdad y la libertad de todos los hombres.

El año 1799 Nariño hizo imprimir y repartir secretamente en Bogotá la proclamación de los derechos del hombre, tal como había salido de la Asamblea Constituyente Francesa. El espíritu que emanaba de aquel texto entusiásmó los ánimos y los dispuso a la acción.

El impulso para la revolución suramericana lo dio el conflicto de España con Napoleón. Bonaparte exigió del Rey Carlos IV —o más bien de su favorito Godoy, el Príncipe de la Paz, aborrecido por el pueblo— el libre paso de las tropas francesas hacia Portugal. Los ejércitos franceses al mando deJunot atravesaron la frontera. Para salvar a su favorito de la irritación de las fieles masas populares, Carlos abdicó el 19 de marzo de 1808 en favor de su hijo Fernando VII. Napoleón invitó a padre e hijo a Bayona para tratar de remediar sus desavenencias; allí logró el francés el éxito de su intriga en el sentido de inclinar a Carlos IV a retirar su abdicación, pero llevándole luego a una nueva renuncia al trono de España, esta vez en favor de los napoleónidas. El débil Fernando reconoció este diplomático golpe de fuerza y fue internado en Francia.

Pero Napoleón no había contado con el heroísmo del pueblo español. Varias juntas organizaron la guerra popular y de guerrillas contra la invasión. La Junta de Sevilla envió también mensajeros a las colonias para pedir a éstas ayuda y, en particular, el envío de dinero. Al mismo tiempo se les concedía que cada sección del imperio colonial mandara a España un representante en Cortes; unos dieciocho millones de americanos tendrían en total nueve diputados, ni siquiera libremente elegidos. No obstante, de manera magnánima, los americanos entregaron a los españoles veintiocho millones de dólares; al propio tiempo pidieron en casi todas partes el establecimiento de parecidas juntas en América y la equiparación del número de representantes. Mas como en España se negó la igualdad de derechos de las colonias respecto de la metrópoli, ello por temor de que los americanos aspirasen a la preponderancia política, en hispanoamérica fue haciéndose cada vez mayor el afán de llegar a un orden propio.

Los criollos más ricos y prestigiosos, así como muchos nobles —no, por cierto, pobres aventureros ambiciosos de botín— y además muchos elementos del bajo clero, destacados intelectuales y artesanos, son elegidos ahora por las masas populares para formar parte de las juntas. Estas se hacen cargo del Gobierno, si bien en nombre del legítimo y “muy amado” monarca Fernando VII, cautivo a la sazón. Esta fórmula se adopta para no asustar a las masas con la palabra de la franca sublevación contra España. En realidad, entre las gentes de más decisivo influjo impera ya el propósito de lograr la independencia. Casi sin excepción, los magistrados españoles pierden la cabeza, ceden aparentemente al principio, pero de manera inhábil tratan de derrotar con sus tropas el movimiento. Casi en todas partes la acción de resistencia acaba, ya en los primeros días o meses, con la expulsión de las autoridades españolas. El movimiento se consuma primero en Buenos Aires el año 1809, luego en Quito, más tarde en la Nueva Granada, o sea Colombia (y en particular el 20 de julio de 1810 en Bogotá) (7) , en Venezuela, en el Alto Perú y Chile, en el Perú y por último en Méjico y América Central. A pesar de las enormes distancias y en la imposibilidad de concluir acuerdos, la revolución se produce como por propio impulso, tiene en casi todos los sitios igual carácter y acontece, con diferencias escasas, al mismo tiempo, el año 1810, cuando la monarquía española se hallaba acéfala y la mayor parte de la metrópoli ocupada a causa de la directa intervención napoleónica.

Pero, inmediatamente, la anterior falta de vida política se hace sentir en el hecho de que entre los patriotas —como se llamaban los partidarios de la revolución— empiezan a surgir rivalidades y odios y no consigue constituirse un poder central fuerte, capaz de salvar al país en aquella agitada situación. Cartagena, la fortaleza del Atlántico, no quiere someterse a Bogotá y levanta la bandera del federalismo, de la casi total independencia de los estados y provincias del país. Consecuencia de ello es la anarquía. La irreflexiva abolición de los tributos deja al Gobierno falto de medios para la resistencia y le obliga a la funesta solución de emitir papel moneda. En el interior de Colombia el estado de Cundinamarca es el primero en darse una constitución (primavera de 1811), donde se reconoce todavía como rey a Fernando VII, pero bajo la sofística condición de que ejerza el gobierno desde Bogotá. Este ejemplo es imitado en casi todas las provincias. El 27 de noviembre de 1811 se suscribe el primer tratado federal, según el modelo de la constitución de los Estados Unidos y lo firman cinco provincias, las “Provincias Unidas de la Nueva Granada”, entre las que Cundinamarca no figura. Hacia el final de 1811 se proclama en Cartagena (11 dé noviembre) y en Quito la total independencia de España.

La regencia española había ordenado entre tanto (31 de agosto de 1810) el bloqueo de la costa de Venezuela y dado ya la señal de ataque. La propia naturaleza pareció querer oponerse a la insensata agitación de los patriot4s. El día jueves Santo de 1812 un espantoso terremoto destruyó muchas ciudades y pueblos de Suramérica. Cientos de personas que se encontraban en los templos quedaron enterradas entre las ruinas. Fácil resultó a los españoles interpretar este golpe del destino, para la masa fanática e ignorante, como una voz del cielo ante el ataque inferido al trono y a la metrópoli. Venezuela y poco después Ecuador, volvieron a perderse.

En tanto que los jefes de las tropas españolas no juzgaban necesario cumplir la palabra dada a todos los patriotas que se entregaban, deportando y fusilando sin tregua para, como decía el general Monteverde, no tener que vigilar a los rebeldes ni cuidarse de su sustento, désatose en Colombia una feroz guerra civil entre centralistas y federalistas, guerra que vino a desviar aún más de la causa de la libertad al quebrantado pueblo. Pero entre tanto llegaron de Venezuela a Colombia algunos patriotas exilados, entre los que se encontraba Simón Bolívar, que cambiaron algo la fortuna de las armas. A fines de 1812 Bolívar tomó las ciudades y pueblos del bajo Magdalena, venció al enemigo cerca de Cúcuta con sólo cuatrocientos

hombres y después de haberse elevado hasta mil los efectivos de su división, pidió permiso el 15 de mayo de 1815 ante el Congreso de Cartagena para emprender una campaña de liberación del país Venezolano. Empezó, pues, aquella homérica expedición de la que ha dicho con justicia el historiador César Cantú: “Con quinientos reclutas mal armados y peor vestidos extendió Bolívar por América la revolución, mientras que Bonaparte, al propio tiempo, apoyado en quinientas mil bayonetas dejó sucumbir la revolución en Europa”.

Ha llegado el momento de iluminar más de cerca la figura de Bolívar y de relatar los azares de su existencia. Simón Bolívar nació en Caracas, capital de la actual Venezuela, el 24 de julio de 1783. Venía de una noble familia y sus antepasados habían sido concejales de la ciudad. Siendo él de dos años de edad, murió su padre. Su madre le hizo recibir una instrucción relativamente buena consistente en lengua española, latín, matemáticas e historia, pero sin que el muchacho demostrara aplicación. A la muerte de la madre, su tutor, el 1799, lo envió a España con el fin de que completara su educación. Conoció allí bastante de cerca las intrigas de la corte y empezó a estudiar con vivo interés, haciendo grandes progresos en la formación de su espíritu. En 1801 Bolívar marchó a Francia, donde se saturó de ideas republicanas y muy en especial, de admiración por Napoleón Bonaparte, gran caudillo de una fuerte república. Después de algunos meses regresó de nuevo a Madrid, donde casó con Teresa Toro y Alaira; acompañado de su excelente esposa se embarcó para la patria, lleno de felicidad y pletórico también de la esperanza de disfrutar de una idílica paz hogareña. En 1803 una fiebres malignas le arrebataron a su esposa; con el fin de hallar distracción viajó nuevamente a Madrid y luego a París, donde fue testigo de la exaltación de Napoleón al trono imperial, cosa que le llenó de tristeza y de aversión al hombre por quien tan idólatra admiración había sentido. De continuo, durante aquellos viajes por Europa, pensaba en la liberación de su patria. En el Monte Aventino, en Roma, jura ante Simón Rodríguez, su acompañante y maestro, “libertar la patria o morir por ella”. Después de haber visitado las principales ciudades de los Estados Unidos regresó, en 1806, a Caracas y se ocupó en la administración y mejor cuidado de sus numerosas y buenas fincas.

En abril de 1810 fue uno de los decisivos paladines de la revolución y el Gobierno provisional lo envió a Europa en misión diplomática, en especial con el fin de inclinar a Inglaterra en fávor de la liberación de las colonias españolas. Allí recibió, sin duda, buen consejo y palabras de adhesión, pero ninguna clase de apoyo efectivo. Vuelto a Venezuela con el barco lleno de armas, Bolívar obtuvo los primeros laureles militares, como coronel de los patriotas, en la represión del alzamiento de la ciudad de Valencia. Por entonces tuvo lugar el funesto terremoto que hemos mencionado. Díaz, historiador leal a la corona, relata que pocos minutos después de la catástrofe pasó por la iglesia de la Trinidad, de Caracas y vio por allí a un hombre que en mangas de camisa y con sangre en el rostro salía de entre las minas. Díaz le gritó: “¡Mira, rebelde, cómo hasta la Naturaleza se pone en contra de vuestros malos propósitos!”. A lo que Bolívar, pues él era el que se había salvado entre los escombros, repuso de esta manera: “Si la Naturaleza misma se nos opone, pelearemos contra la Naturaleza; silos hombres se nos enfrentan, pelearemos contra los hombres y si...”. La horrible blasfemia que siguió —añade Díaz— no quiero repetirla aquí.

A consecuencia del terremoto perdió Venezuela el noble caudillo de los patriotas, Miranda. La historia acusa a Bolívar de, por rivalidad, no haber hecho todo lo posible para la salvación de la patria y hasta de haber tomado parte personalmente en el apresamiento de Miranda por oficiales republicanos, con lo que el patriota fue a caer en poder de los españoles, muriendo en Cádiz después de cuatro años de prisión.

6 La Nueva Granada se segregó en 1563, como Presidencia, del Virreinato del Perú y en 1719 se la elevó a Virreinato independiente, reduciéndola otra vez a Presidencia el año 1724. Hasta 1740 no fue el virreinato su definitiva forma de gobierno. (regresar6)
7 El virrey Amar es nombrado al principio presidente de la Junta de Gobierno que se nombra en Bogotá la noche del 20 al 21 de julio, pero ya el día 25 es apresado por el pueblo y expulsado del país el 15 de agosto

Publicado en: http://www.lablaa.org/ (Biblioteca Luis Ángel Arango/ Colombia)

Link: http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/eldorado/eldo11a.htm

19 de abril - Día del Aborigen


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Toda América celebra esta fecha, recordando a quienes habitaron nuestro territorio antes de la llegada de los blancos e imprimieron a la tierra las primeras esencias culturales que, mezcladas a las de los colonizadores europeos, dieron como consecuencia nuestras realidades actuales.
La recordación fue instituida por el Congreso reunido en 1940 en la ciudad de Patzcuaro, México, con el objeto de salvaguardar y perpetuar las culturas aborígenes del territorio americano.

En la ocasión se reunieron en asamblea un gran número de indígenas que representaban a las poblaciones autóctonas de diversas regiones de nuestro continente.

Se habló de la situación social y económica de estos pueblos, de sus problemas y necesidades. Como resultado de esa reunión quedó fundado el Instituto Indigenista Interamericano, que tiene su sede en México y que depende de la OEA. Por eso es que, a partir de ese año se festeja el Día del Indio Americano cada 19 de abril.

Lo que debiera haber sido un histórico encuentro de dos mundos , dos civilizaciones, Europa y América, que beneficiara y enriquecira a ambas, se transformó, por ambición y soberbia en la Conquista de América, donde el recién llegado, de mayor poder bélico se transformó en el conquistador sojuzgando al nativo o aborigen, Palabra ésta que proviene del latín y que significa desde el origen o desde el principio, despojándolo no sólo de las tierras que habitaban desde milenios sino destruyendo y demoliendo todo, e imponiendo por la fuerza su cultura, procurando aniquilar a la existente.

Pero. por suerte, no todo pudo ser destruído. Los valores de las antiguas culturas aborígenes perduraron en los restos de aquellos imponentes templos y construcciones, que por su ubicación permanecieron inaccesibles para los hombres blancos; en la Pirámides que por su magnitud no eran fáciles de demoler; en los códices mayas y aztecas salvados de la hoguera; en los testimonios de mestizos como el Inca Garcilaso de la Vega o de españoles como Fray Bartolomé de las Casas; en las artesanías desenterradas o encontradas, y que especialmente en la memoria de los pueblos autóctonos, que fieles a sus sentimientos y convicciones, continúan amando a la tierra que habitaron Desde el Origen y a la que en sus diferentes lenguas, siguen llamando Madre.

Empobrecidos y relegados, los aborígenes americanos de hoy, no pretenden ya, privilegios por su condición de primeros habitantes del continente, sólo aspiran a que se los trate como iguales, que se les reconozca el derecho a la tierra donde habitan en comunidades, igualdad de oportunidades: de estudio, trabajo y progreso, y el respeto a los valores de sus culturas.

El 19 de abril fué instituído, en 1940, por el Congreso Indigenista Interamericano, realizado en Méjico como el DIA AMERICANO DEL INDIO o DIA DEL ABORIGEN AMERICANO. Por decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 7550 de 1945, esa fecha , reivindicatoria de los derechos de los aborígenes, se reconoció en todo el territorio argentino.

También nos ayuda a tomar conciencia de que esos pueblos han sobrevivido a la colonización europea y que hoy, a 500 años de la llegada de Colón, sus reclamos resurgen con fuerza en todos los países de Latinoamérica.

En Guatemala, Ecuador y Perú los indígenas son más de la mitad de la población; en Bolivia , el 45% y en México, el 30%. En todos estos países lo indígena forma parte de la identidad nacional.

Y no es para menos, porque son millones de personas cuya ubicación geográfica coincide con la de las grandes civilizaciones precolombinas: en México y Guatemala, los mayas y los aztecas; en Ecuador, Perú y Bolivia, los incas y los quechuas; en Chile, los mapuches; en Paraguay, los guaraníes, quienes también habitan nuestras provincias del norte argentino,como Chaco y Misiones.

"Queremos vivir en paz y respetando la naturaleza y la ecología" dijo hace poco Rosalía Gutiérrez , lider colla de Jujuy-Argentina.


Asociación ALIHUEN


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Personería Jurídica de L.P. nº 1378
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